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Porcupine Tree – Anesthetize (Fear of a Blank Planet)

Estamos posiblemente ante una de las piezas de rock/metal progresivo más elaborada, bien enlazada, trabajada, melódica, equilibrada y bien escrita de la historia del género, o al menos de eso que se ha venido en llamar neo-prog, o corriente donde se obvia a los clásicos (Yes, Crimson, Genesis, incluso Transatlantic) para centrarse en una «nueva ola» más metalizada (Porcupine Tree, Riverside, Therion, Opeth, Karmakanic, etc.)

Sus casi 18 minutos de duración nos llevan a través de todo tipo de ambientes, sensaciones y tiempos, primero de menos a más, hasta la catarsis final y luego de nuevo a menos.

Gavin Harrison, para mi el mejor batería del mundo, comienza con un ritmo a base casi exclusivamente de timbales y campanitas varias de esas que le gustan a él, en un ritmo relajado y con los sonidos ambientales del maestro Barbieri, donde la voz de Steven Wilson empieza a recitar.

A los tres minutos nos empezamos a mover, apareciendo unas guitarras muy distorsionadas y sucias -quizá manifestación de la confusión del protagonista- como el primer paso «interruptus», porque volvemos a los inicios por unos momentos, para retomarla un poco más tarde con un primer solo de guitarra a cargo de Alex Lifeson de Rush, al final de éste, sobre el minuto 5, viene el primer cambio de sección radical.

La sección que empieza con «The dust in my soul…»1 es sencillamente alucinante verla en el DVD «Anesthetize», con un Wilson mucho más agresivo a la voz que la versión grabada, realmente merece la pena. Esto ocurre sobre el minuto 6 y es el comienzo de la parte más agresiva de la obra, como si quisieran soltar toda su rabia, antes del vacio final. Los rellenos que hace Gavin Harrison en esta parte te harán llorar de alegría si aprecias la batería, o más si la tocas. Su empleo de las ghost notes (esos pequeños redobles en la caja que apenas se escuchan pero que dan mucho cuerpo al ritmo) son admirables y marca de su estilo personal.

Concluirá en una catarsis épica que empieza a germinar a lo 10:50 y termina en 11:25, donde Harrison nos regala doble bombo pero con total sentido de la musicalidad -el abuso del doble bombo en muchas bandas modernitas me aburre- y de la oportunidad.

La canción está dividida en tres partes: depresión, enajenación mental y final desastroso. La final es «el bajón», a los 13 minutos. Tan diferente que al principio creía yo que estaba escuchando la siguiente canción. Wilson se pone más poético y evoca una escena en la playa donde el protagonista está observando las olas del mar y reflexionando sobre su corta vida. No sabemos si tiene el cerebro frito después de una noche de juerga, si ha ingresado en rehabilitación o si ha ingresado en rehabilitación y tiene el cerebro frito para siempre. También se insinua la presencia de alguien -quizá una mujer- a la que ha perdido, o incluso a la que ha matado («My hands on a gun…»). La sección a tres voces es muy buena, es impresionante el juego tan bueno que hace la voz de John Wesley -un miembro no oficial del grupo, que hace guitarras y coros en las giras- y Steven Wilson.

Dale maestro:

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A Steven Wilson le gusta escribir sobre la vacuidad que se encuentra en cierta generación de jovenes atacados por los mensajes comerciales, el materialismo y la presión de comprar y consumir, que les puede llevar al suicidio, a montar una buena en el instituto, o a ambas cosas y también a las drogas para intentar construir una realidad alternativa. La primera canción del mismo disco, la genial Fear of a Blank Planet va de lo mismo. De hecho, parece que estamos ante un disco conceptual sobre este tema.

Y un consejo final: unos buenos auriculares, pero buenos de verdad, para escuchar esto. El consejo se hace extensible a toda la música que se componga de varias capas y tenga múltiples matices que suelen estar ocultos por el uso de altavoces «reguleros» o auriculares de los que suelen venir con los reproductores portatiles. Yo uso los Soundmagic PL50 y son increibles.

  1. Letras «Anesthetize».
  2. Hablando de la canción en la Wikipedia

Archivado en categoría(s) La pieza del día no diaria, Música

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  • David dice:

    Está bien la división en tres partes: (1ª) depresión, (2º) enajenación mental y (3ª) final desastroso. Añadir que el final del final (17:06) es (4º) espiritual.

  • danielside dice:

    Muy agudo Señor Barquín 🙂 parece que ha encontrado al Creador -el protagonista- o ha tenido algún tipo de revelación trascendental.


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